En el anterior artículo del blog de Fernando Vega Hernández os detallaba aspectos de una de mis máximas aficiones: el pilotaje. Hoy quisiera desentrañar otra de mis grandes aficiones, aunque no sea la primera ocasión que lo hago en este espacio. Se trata de las criptomonedas y la tecnología blockchain.

Concretamente, me gustaría abordar dentro de esta temática el que es el santo y seña de los factores que, para bien y para mal, impide que esta tecnología despegue y alcance a cualquier inversor o interesado en la compleja ingeniería que entraña: ¿es el Bitcoin el principio de una burbuja especulativa?

 

Por qué se considera el Bitcoin especulativo

 

Primeramente debemos atender a la definición de un término que nos es familiar pero que, tal como aquí ocurre, no siempre se usa adecuadamente.

Especular:

  • Acepción 1: Efectuar operaciones comerciales o financieras con la esperanza de obtener beneficios aprovechando las variaciones de los precios o de los cambios
  • Acepción 2: Comerciar, traficar.
  • Acepción 3: Procurar provecho o ganancia fuera del tráfico mercantil.

Atendiendo a estas tres acepciones provistas por la Real Academia Española (hay otras tantas pero he recogido las que competen al plano económico), solo en la segunda y tercera se denota cierto componente negativo del término, refiriéndose la primera únicamente a la base de toda operación bursátil, la de buscar el beneficio de la fluctuación de los valores.

Si nos fijamos en la segunda acepción, a pesar de que “traficar” se liga a día de hoy como un término negativo, propio de trapichear con sustancias ilegales, no se trata más que por definición el hecho de intercambiar valores.

La tercera es la que más se puede asemejar a la situación que se le aplica al Bitcoin, ya que el hecho de no estar regulado por el mercado (fuera del tráfico mercantil), puede crear dudas a quienes acostumbran a necesitar respuestas inmediatas a una situación de cambio.

 

¿Tiene base lógica el miedo especulativo hacia el Bitcoin?

 

Si por definición el Bitcoin no es más que otro valor participativo dentro de la inversión financiera, ¿por qué tanto miedo a la especulación en el caso del Bitcoin y no de otros valores igual de expuestos a las mismas características del término? Como en todo, el miedo viene del desconocimiento. El mismo desconocimiento que, por poner un ejemplo cotidiano, hace que no se visualice que lo regulado no es igual siempre a lo justo.

Un tomate tiene un precio de mercado regulado, el que las grandes superficies y los grandes proveedores determinan. ¿Es ese el precio real de mercado?, ¿es justo? Seguramente si se le pregunta al agricultor que ha recibido apenas con suerte, una décima parte del valor final, la respuesta será un contundente no. La misma negativa que se recibirá del consumidor final una vez se pone en conocimiento que su valor final se ha inflado por arte de magia diez veces más para regocijo de las grandes empresas.

¿Ocurre lo mismo que con un simple tomate en los valores que participan en Bolsa? Partamos de la base que ese “simple” tomate puede ser parte de la producción de una empresa que se encuentre en el IBEX35, en Nasdaq, o cualquier otro gran índice bursátil, pero profundicemos en que en un mercado, si todos ganan, todos a la vez pierden.

Para que X mercado o X empresa gane, es necesario que X mercado o empresa pierda, sin que ello rompa el, a veces, débil equilibrio que sustenta todo el sistema. Para que la economía estadounidense (y esto es lo que actualmente está pasando y que daría para otro artículo bien diferente) se mantenga fuerte, necesita debilitar el comercio de Asia y Europa, sin hundirlos puesto que eso supondría que afecte directamente a la propia economía estadounidense. Por tanto, todo ejercicio, regulado o no, que se realice dentro del sistema financiero, se trata de una práctica especulativa en cuanto busca el beneficio puramente económico.

 

La inflacción del Bitcoin según Fernando Vega, no es consecuencia de una práctica especulativa, sino del desconocimiento de inversores que no están informados de su naturaleza.

 

Por qué no es de naturaleza especulativa el Bitcoin

 

Una vez detallado el porqué del debate y porqué se debe desligar o, si acaso, asemejar a cualquier valor de igual naturaleza al Bitcoin, quisiera alejarme lo máximo posible de lo que sería la opinión personal de Fernando V. Hernández y aproximarme a la objetividad que, el hecho de tratarse de una tecnología con sus propias normas y sus propios sistemas de control, le otorga la misma validez que los valores bursátiles con los que ya hemos ejemplificado.

Mucho nos quejamos de las restricciones de la banca, pero resulta que, en cuanto nos las saltamos, nos encontramos con una fuerte oposición que rápidamente etiqueta de “no regulado” y por tanto, “no fiable” de todo aquello que no pasa por el control de Wall Street y otros elegantes centros financieros.

Pero no es el hecho de que se salte el control de las instituciones financieras la naturaleza que hace al Bitcoin “válido” de cara a los opositores de la dictadura del Euro, del Dólar, de la Libra y del Yen, sino que al contrario que estos índices, cuyo valor responde a lo que se podría considerar como aleatoriedades (un día Trump se despierta con ganas de intervenir el comercio exterior y por ese simple hecho, que en ocasiones se puede reducir a un simple tweet, hace temblar al Euro), el Bitcoin y el resto de criptomonedas basa su valor en algo tan fiable e indebatible como las matemáticas que sustentan la tecnología blockchain, cuya aplicación va más allá de los valores económicos.

Por ello, pese a que las criptomonedas en general y el Bitcoin en particular, carezcan de esa etiqueta magnificadora de “valor regulado”, su naturaleza es menos especulativa que la del resto de valores sí etiquetados como regulados, en cuanto no responde a intereses puramente comerciales, sino también tecnológicos y de desarrollo.

 

FVH recomienda la inversión en Bitcoins a la par que advierte sobre su volatilidad

 

¿Qué ocurre entonces con el valor del Bitcoin?

 

Todo lo expuesto puede parecer una defensa acérrima de un declarado fan de la tecnología que sustenta el Bitcoin, pero el raciocinio es otra de las características que determinan a los buenos inversores y, negar que algo ocurre con un valor que en menos de una año ha pasado de los 600 dólares a los 12.000 y cuyas fluctuaciones se cuentan por miles sería rodearnos de una realidad inexistente.

El problema con el valor del Bitcoin viene de la misma raíz que el problema con el propio Bitcoin: el desconocimiento.

Quienes invierten conociendo en qué están invirtiendo, en cómo el Bitcoin es sustentable por mucho que se esté creando una burbuja en torno a él, no retirarán su confianza. El problema por tanto viene de los “especuladores” en el sentido negativo de la palabra que invierten en él como un depósito muy rentable sin ver más que un montón de ceros en su valor.

Es por ello, por lo que dudo muchísimo (ahora sí, como opinión personal de Fernando Vega) que el Bitcoin caiga a un nivel apocalíptico tal como se augura en algunos medios: lo harán solo aquellos que lo han visto como una herramienta más para hacerse millonarios de la nada. Eso sí, debemos cuidarnos de que sean más los inversores conocedores que aquellos que ni saben qué es el blockchain.

 

Empresario del sector inmobiliario, aficionado a la inversión en criptomonedas y fiel seguidor del VRAC. Disfruto y aprendo con cada experiencia y así me gusta que se refleje en el blog de Fernando Vega Hernández