Que Valladolid es una ciudad de altos contrastes bien lo sabemos los orgullosos pucelanos, pero no en menos de una ocasión, debemos luchar por hacer visible nuestras propias dualidades: promocionar que nuestra ciudad no es solo el clasicismo de los años imperialistas, que no todo el ambiente universitario castellanoleonés reside en Salamanca y que hay mucho del S. XXI patente en nuestra querida Pucela.
Es por ello por lo que no quisiera desperdiciar este espacio que es el blog de Fernando Vega Hernández para, ahondando en mis raíces, mostraros mi Valladolid, pero no de cualquier forma: no como un ranking o un listado en el que ver los must de la ciudad a modo de las cientos de guías que te permiten saber que tiene su catedral y su plaza mayor como buena ciudad castellana, sino mostrando esas dualidades, esos mismos rincones exquisitos que tanto sirven para quienes disfrutan de lo clásico como quienes demandan modernidad.
Los mejores lugares de contrastes en Valladolid
Academia de Caballería vs. Centro Cultural Miguel Delibes
Súmmum de lo que demandaba la sociedad clásica frente a lo que demanda la sociedad moderna. La élite de la época (aunque hablamos de finales del s. XIX, principios del S.XX) viene representada en lo clásico en la figura del militar, que por aquellos años en los que se construyó la Academia de Caballería, se encontraba en una posición aún más privilegiada que la nobleza o el clero.
Actualmente, la admiración del pueblo reside en quienes consiguen el éxito basándose en sus querencias por destacar en cada una de sus disciplinas, sobre todo creativas, que hoy se representan en el Centro Cultural Miguel Delibes, donde recrearnos con obras teatrales, musicales y otras tantas expresiones artísticas.
Esta dualidad también se aprecia en la arquitectura, donde la Academia de Caballería se convierte en una excelente representación de la arquitectura historicista, mientras que el “Miguel Delibes” representa al star system arquitectónico contemporáneo gracias a la proyección de Ricardo Bofill.
Museo Nacional de Escultura vs. Museo de Arte Contemporáneo
El legado nacional tangible frente al patrimonio de reciente creación: un museo plenamente clasicista como el de Escultura frente a la innovación que oferta el Museo de Arte Contemporáneo vallisoletano.
En el primero nos esperan obras clásicas también pictóricas como las de Zurbarán o Rubens, mientras que en el segundo no pueden faltar notables representantes del movimiento como Miró, Dalí, Tàpies, Chillida, Oteiza o Manolo Valdés.
Si con anterioridad destacábamos la dualidad Caballerías – Delibes en su arquitectura, en este caso no podemos repetir la analogía, ya que el Museo de Arte Contemporáneo ha potenciado su carácter disruptivo situándose en un edificio de arquitectura profusamente herreriana, de similares características que las que hacen único al edificio del Museo Nacional de Escultura.
Campo Grande vs. Las Contiendas
Respecto al toque natural, a Valladolid no le faltan zonas verdes, también para todos los gustos.
Así, si queremos deleitarnos con un parque de gusto monumental, el Campo Grande nos abraza desde el mismo centro histórico con espacios recogidos pero ampliamente ornamentados, repleto de esculturas como el Fotógrafo o fuentes como la de la Fama o el Cisne.
Si preferimos la naturaleza en su plenitud, el parque forestal de las Contiendas nos ofrece todo un cerro dominado por un espacio abierto natural de 64 hectáreas donde practicar deporte, hacer un picnic o simplemente pasear en un entorno que nos aleja de la selva de asfalto.
Plaza Mayor vs. La Rosaleda
Probablemente el espacio más icónico de la ciudad es su Plaza Mayor, más influida por la de Madrid que por su homónima de la vecina Salamanca. Su magnitud solo se ve restada por su amplio porticado, que la arrincona suponiendo todo un abrazo monumental para residentes y visitantes que siguen haciendo de ella todo un punto neurálgico y de encuentro pese al paso de los años.
Y con el paso de éstos, cada vez más la ciudad ha querido abrirse a su entorno, y en contraposición a los pórticos de la Plaza Mayor aparece la estructura plenamente abierta de La Rosaleda, que se abre al río y ante la necesidad de dar mayor espacio a una ciudad que no para de crecer.
Catedral vs. Museo de las Ciencias
¿Y qué sería de una ciudad clásica como Valladolid si no destacáramos su Catedral? Foco de conocimiento en los albores de la Baja Edad Media, se concibió para ser reflejo de la magnitud del clero en un rico estilo barroco – herreniano.
A día de hoy, el foco del conocimiento no queda en manos clericales, sino en espacios de gran trabajo difusor como el Museo de las Ciencias de Valladolid, que aprovecha un edificio tradicional como era la antigua fábrica de harinas “El Palero” para aportar el toque contemporáneo que de una sensación de modernidad de manos de otro de los componentes del star system arquitectónico del S.XX – XXI: Rafael Moneo.
Pisuerga vs. Duero
Vale que el Duero no pase directamente por la ciudad (sí junto a su término municipal), pero es un río indisoluble del carácter y patrimonio de la ciudad. A él le debemos además de excelentes viñedos, el afluente en torno al cual creció Valladolid: el Pisuerga.
Así, mientras el Duero se hace valedor de la grandeza y la tradición castellana, el Pisuerga ha desenvuelto muy bien su función de convertirse en un elemento en el que en torno a él muchos vallisoletanos han crecido y han hecho más agradable su estancia.
Hoy día el Pisuerga presume de ser nuestra playa, gracias al espacio habilitado en Las Moreras para pasar los largos días de verano, pero también nuestro centro de innovación, en cuyos márgenes encontramos construcciones como la Cúpula del Milenio, el mencionado Museo de la Ciencia o numerosos espacios de recreo que lo convierten en un río plenamente vivo.
Doce reclamos de una ciudad abierta, siempre dispuesta a crecer en torno a sus valores y tradiciones pero sin perder el tren de la innovación y la modernidad. Una ciudad de la que sentirse orgulloso y en la que no solo crecer, sino vivir rodeado plenamente de estímulos.
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