Vuelvo a reproducir la que para mí es una imagen gloriosa, y que ya usé a la hora de hablaros sobre los valores que se aprende practicando el rugby (y cuya autoría es de Rubén Ortega, fotógrafo vallisoletano cuyos magníficos trabajos os invito a descubrir).
Se trata de la imagen que retrata la final de Copa de Rugby 2016 que enfrentó a mi querido VRAC Quesos Entrepinares y al otro equipo de rugby pucelano, El Salvador.
De aquella final tengo muchos agradables recuerdos a pesar que se alzara victorioso El Salvador, pero tal como se tituló en, por suerte, muchos periódicos nacionales (que no acostumbran a recoger estos eventos): perdió un equipo, pero ganó toda una ciudad y todo un deporte
Estos recuerdos se endulzan aún más si tenemos en cuenta que aquella final se repitió hace apenas unos días y tuvo como resultado la victoria del VRAC. Una victoria que no solo sirvió para quitarnos esa “espinita” o para ganar la Liga, sino para encumbrar al equipo de mis colores con un magnífico póker de títulos en la temporada 2017-18.
Así, mi VRAC ha sumado a esta vitoria liguera la de la copa de S.M. El Rey, la Supercopa de España y la Copa Ibérica, cerrando una temporada 2017-2018 para el recuerdo no solo de este club y de esta ciudad, sino también del deporte de este país.
Ahora que con el cambio de gobierno, el nuevo ministro de cultura ha llegado a pronunciar que no solo será el ministro de deportes, sino de todos los deportes, incluyendo al rugby en su alegato, esperemos que el discurso no quede solo en palabras y, en la siguiente temporada, no solo veamos más representación institucional, sino mucho más reconocimientos y visibilidad para el rugby nacional.
Pero volvamos al motivo de mi alegato… ¿por qué soy apasionado seguidor del VRAC?
Parte viva de mi historia
Mi primer contacto con el rugby es de principios de los 80, época en la que estudiaba en el colegio Lourdes de Valladolid. Precisamente el VRAC se constituye en el año 1986, siendo su origen el Club de Rugby de este mismo colegio en el que estudié.
El colegio llega un momento en que deja de patrocinar económicamente al equipo mayor, lo cual lejos de convertirse en un inconveniente, supone el hecho por el que termina por constituirse el VRAC
Como alumno interno en dicho colegio, (como la mayoría que no éramos de Valladolid), en mi primer año de internado me ofrecieron entrenar al conocer mi interés por los deportes y la disciplina, y así comencé a conocer el Rugby: en el mismo momento fundacional del propio VRAC y en el mismo lugar del que surgió.
Desgraciadamente, no podía asistir a los partidos porque los internos estábamos de lunes a viernes estudiando dentro del colegio y antes los padres no eran como ahora: no se preocupaban tanto por avivar nuestras aficiones deportivas llevándonos a partidos y menos si caían en fin de semana.
Mucho más que un deporte
Ya tuve la ocasión de expresarlo en el artículo con el que comparte imagen este nuevo que realizo hoy, pero sin desmerecer a otras disciplinas deportivas, creo firmemente que el rugby es mucho más que un deporte.
Cuando ves un escudo, unos colores de cualquier equipo, ves una representación, una afición. Sin embargo, cuando ves los del VRAC enseguida viene a continuación su lema: “fuerza, honor”.
Y eso es lo que me transmite no solo apreciando el blanquiazul o ese toro flanqueando el balón de rugby, sino viendo cada partido, conviviendo con sus jugadores como mi posición en el club, me permite poder hacer, viendo como familias, aficionados, disfrutan en conjunción todos de este deporte.
Realmente hay mucho de fuerza y mucho de honor en el VRAC y en el rugby en general.
Orgullo pucelano
Entiendo que haya gente de diversas ciudades que sientan arraigo por equipos madrileños o barceloneses, y no voy a debatirlo aunque no comparta esta posición. Pero siendo un orgulloso nacido en los alrededores de Valladolid, que ama y disfruta difundiendo los rincones y el buen hacer de esta ciudad y sus gentes, qué menos que me desviva por los equipos que la alzan a lo más alto de las tablas del deporte nacional.
El VRAC es espejo de los vallisoletanos, representa todo lo que nos gusta y el esfuerzo que hacemos día a día por llegar a ser los mejores en nuestras disciplinas. Por ello, este es un motivo más por el que me llena ser fiel seguidor.
Aprender de los mejores
Insisto: no es por desmerecer, pero sigues a Messi y sigues a un crack del fútbol sí, pero cuando se quita la camiseta del Barça no deja de ser un “asalariado”, muy bueno en lo suyo sí, pero alguien que “trabaja para” y no “por” su equipo.
Y todavía he elegido un ejemplo de un jugador que dentro de lo que cabe, está comprometido con su afición. Pero si nos fijamos por ejemplo en Griezmann y sus comentadas idas y venidas, rumores sobre si se queda o si se va del equipo que lo ha hecho grande, encontramos algo que no encontraremos (o evitaremos encontrar) dentro del VRAC, que es deslealtad e ingratitud.
En el VRAC tiene cabida todo aquel que quiera formar parte de este gran club, sea de donde sea, pero a condición de que sienta la camiseta como suya, y que lleve la carga del orgullo de toda una ciudad a sus espaldas.
“Fuerza, honor” no es un simple claim comercial, es realmente el sentir y lo que se pide para ser parte del VRAC. Si un jugador no tiene el honor de trabajar por el equipo, sencillamente no merece ser parte del VRAC, y orgullosamente puedo afirmar que Fernando Vega Hernández forma parte de todo esto y de corazón.
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